Visiones del Turismo

Obsolescencia de destinos

El pasado domingo 9 de enero La 2 emitió un interesante reportaje titulado “Comprar, tirar, comprar” en el que se describió el inquietante concepto de la “obsolescencia programada”. Así, fabricantes y carteles transnacionales habrían llegado a acuerdos para rebajar la calidad de sus productos, y de esta manera, obligar a una mayor rotación e incremento de ventas. Se llegó incluso a acusar a algunas compañías de planificar y programar el momento en el cual sus productos dejaban de funcionar:

http://www.rtve.es/mediateca/videos/20110109/comprar-tirar-comprar/983391.shtml

Aunque suene un poco reduccionista, frente a la visión europea de producir los mejores productos para la satisfacción del cliente, la visión estadounidense abogaba por “dar la oportunidad” al consumidor de disfrutar de la emoción de la compra en intervalos más cortos, aunque ello supusiera ofrecerle un producto de menor calidad.

A parte de ser un documental de gran interés y que nos ha de hacer reflexionar a todos sobre el rumbo que ha tomado el desarrollo económico, por deformación profesional rápidamente apliqué el concepto de obsolescencia programada a la obsolescencia de los destinos turísticos. Todos conocemos la gráfica del ciclo de vida de los destinos, como evolución del ciclo de vida de los productos y servicios:

Como lectura de lo planteado en el documental, podemos pensar que hay destinos sólidos y de garantías, que garantizan una experiencia de calidad, cierta singularidad y que tratan de fidelizar a sus visitantes. Frente a ellos, destinos “mcdonalizados”, de consumo fácil, basados en un marketing eficaz, precios muy competitivos y un modelo de negocio más rentable.

En todo caso es obvio que ningún destino turístico ha sido programado o planificado para hacerse obsoleto. Sin embargo, la falta de planificación, capacidad de reacción e innovación, sumada a los errores de gestión les han podido llevar a esa decadencia. En estos momentos vivimos en España varios proyectos de renovación de destinos a gran escala, como por ejemplo el de Playa de Palma. A este se han de añadir muchos más, que requerirán del esfuerzo mancomunado de todos los agentes que los componen para apostar por una visión común, un modelo de desarrollo y, sobre todo un modelo de gestión que dirija el destino hacia el objetivo deseado.